miércoles, 1 de junio de 2011

Gaitana o Guaitipan

GAITANA NOMBRE DADO POR LOS ESPAÑOLES 

La Gaitana nombre dado por los españoles. Guaitipan nombre indígena de aquella aguerrida mujer.
Con la llegada de Sebastián de Belalcazar a esta región, comenzaron las más cruentas luchas entre peninsulares y aborígenes que cobraron un gran número de victimas de ambas partes.

Pero de todas las batallas que más recuerda el pueblo huilense es la que libro la cacica Gaitana (Guaitipan) con el conquistador Pedro de Añasco.

Esta figura, orgullo de la historia nacional, hace su aparición en el siglo XVI cuando el continente americano no está estremecido por la presencia del hombre europeo en su territorio. La cacica se rebela valerosamente contra los españoles por que su pueblo se ve obligado a ceder las tierras que le pertenecen, a trabajar para los usurpadores y apagar tributos injustos. Se niega, además, a que su hijo Timanco (Buiponga) se presente ante Pedro de Añasco como su servidor y este ordene entonces para escarmiento de los nativos que el joven sea quemado vivió en presencia de su madre y de todo el pueblo, cuyos habitantes contemplan horrorizados aquel sacrificio. El inmenso dolor de la Gaitana se convirtió en una llama de odio dentro de su corazón que la lleva a concebir desde ese momento el peor castigo par el victimario Pedro de Añasco y sus compañeros a fin de purgar su crueldad.
Pigoanza cumplió con la oferta hecha a, la Gaitana entregándole a Añasco. La venganza tan acariciada fue puesta allí mismo en práctica, con gran satisfacción de los guerreros que, la presenciaron. La cacica le sacó los ojos al capitán, y enseguida le abrió un agujero por debajo de la barba, por la cual introdujo una, cuerda gruesa y tosca cuyo extremo le sacó por la boca, y     allí le hicieron  a la soga nudo; Así corno quien lleva un buey    al matadero.

 La Gaitana paseó Añasco por los cercados de la ciudad o villa dando tirones de la cuerda con tal alteración del bello rostro, que ya no parecía sino un monstruo y refiriendo en cada parte a los indígenas  y mostrando a la victima y objeto de su venganza que había tomado. La implacable chusma seguía a Añasco colmándolo de improperios y de ultrajes. Cuando comprendieron  que la vida quería escapar de aquel cuerpo aniquilado,  le fueron cortando uno a uno los miembros, hasta no dejar más que el tronco;  cortaron el pié, otra vez la mano, otra vez los pudibundos genitales, hasta que con paciencia de cristiano salió de las angustias demoniales.
 A los castellanos que habían quedado heridos les arrancaron los ojos y los empalaron. Los Cadáveres de los hombres y caballos fueron desollados, y las pieles, henchidas de ceniza, se destinaron a adornar el bohío de Pigoanza.
Toda la carne fue recogida para el horrible banquete con que habían de celebrar el triunfo, y la devoraron en medio de las libaciones de la chicha que tomaban en los desnudos cráneos de Añasco y sus compañeros.

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